lunes, 26 de diciembre de 2016

COMO LA NOCHE INTERMINABLE.

Se reedita el imprescindible Omega y se recuerda a su interprete y hacedor Enrique Morente, a la par que la intervención de su hija Estrella, Lagartija Nick, Cañizares, o tantos músicos que participaron en un disco, publicado en 1996 a través de El Europeo y que hoy sigue concitando multitud de opiniones y reacciones. Omega es literario, por eso para explicarlo bien sirve la interpretación lorquiana y su aplicación a Morente. En el prólogo a la edición de Antología Poética de Federico García Lorca (Circulo de Lectores, 1982), el profesor Allen Josephs se permite sintetizar su texto sobre la figura y obra del poeta con la alusión a Borges y al mito, presente en el principio… y en el fin. Y cuando le llega el turno a Poeta en Nueva York anota que … sin el sueño paradisíaco de Andalucía, no se entiende la pesadilla infernal de Nueva York. Sin la gloria del pasado – illud tempus- perdido, no se explica el apocalipsis del futuro. Y sin la mortal angustia personal que se aprecia en poemas como Omega (…) no se comprende la genial necesidad ni la necesaria genialidad del creador de estas dos regiones antitéticas – Wall Street y el Sacro Monte- que marcan las fronteras poéticas opuestas de Occidente. Uno de los logros de Omega, más allá del trayecto Lorca – Leonard Cohen y de la exposición ejemplar de su inspiración, fue quizás la creación de su propia mitología. Más allá de la (gran) puerta a la noche y de la fotografía transgresora del momento, hay un lugar fabuloso.
Enrique Morente y Lagartija Nick Ciudad sin sueño – Vuelta de paseo (mezcla alternativa) – Manhattan (First we take Manhattan) – Aleluya (mezcla alternativa) – Sacerdotes – Niña ahogada en el pozo (mezcla alternativa) – Oye,esta no es manera de decir adiós (demo) – Omega (Poema para los muertos) – Ciudad sin sueño (ensayo)

Y un apunte al margen por tangos.

jueves, 8 de diciembre de 2016

FOLK, VASOS ROTOS Y VIOLINES PARLANTES.

Igual que a veces acabas viendo una película porque te gusta un actor, los aficionados a la música, cuando reconocen el nombre de ese interprete secundario que imprime carácter y mejora la secuencia – y la melodía -, pueden acercarse a grabaciones varias con la certeza de que encontrarán el sonido que les gusta o al menos, alguna nota de interés. Y algo así fue con el violinista Jaime Lapeña, cuya mención en los créditos de los discos imprimía un marchamo de calidad folkie que incrementaba el interés en la escucha, independientemente del artista de que se tratase. Luego ya, con menos premeditación, se terminó apreciando su versatilidad a las cuatro cuerdas, la cualidad de la interpretación, el acabado del arreglo y la emoción con la que contribuía a buscar el mejor lado de las canciones o a completarlas. A juzgar por los estilos que toca y ha tocado (clásica, celta, rock, canción argentina, ...), un violín de muy largo recorrido el de Jaime Lapeña. Y un músico, da la impresión, animado siempre a embarcarse por una buena melodía.
Bandada Marina Solo tengo hoy – Dynamos Quiero encontrar la felicidad – Distrito Catorce Si tuviera un día más – El Bosque Vaso roto – Dos Lunas La canción del espantapájaros – E.B.A. Purple dress – Cornamusa Lécera – Loquillo Cantores – El Bosque Hez – Ángel Petisme Amor y cartografía


La foto, tomada de una imagen de Silvia Sola & The Drunken Birds, a los que puedes escuchar aquí.